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Vivimos un momento marcado por una fuerte inestabilidad económica. Un entorno cambiante que los talleres de carrocería conocen bien debido a la experiencia reciente de la Gran Recesión.
Estos negocios también son muy conscientes de la receta que deben seguir para superar estos tiempos inciertos. Proteger la rentabilidad del negocio es más importante que nunca, ya que puede convertirse en el único factor que facilite cierta protección frente a los vaivenes de la economía y sus consecuencias sobre los clientes del taller.
En esta cuestión, resulta imprescindible impulsar la productividad. Hay que obtener el máximo rendimiento al tiempo que un vehículo permanece en las instalaciones del taller. Para lograrlo, hay que tener en cuenta los múltiples factores que pueden ayudar al negocio en su objetivo. Desde un correcto orden en los trabajos que se realizan en el taller a un adecuado mantenimiento de los equipos, todo cuenta en el camino hacia la ansiada rentabilidad.
PRIMERO, PONER ORDEN
Antes de plantearse una estrategia detallada, conviene comenzar por lo esencial: diferenciar claramente qué trabajos corresponden al área de chapa y cuáles a la de pintura. Así lo aconsejan los expertos de Cesvimap, ya que esta actividad es esencial para imputar los costes de manera correcta, así como los productos que se emplean en cada actividad.
También las peritaciones correctas cobran un especial valor en este escenario: saber si una reparación será leve o mediana es esencial para calcular bien los tiempos que requerirá y evitará la penalización de tener que corregirlos sobre la marcha, debido a la necesaria estandarización de los procesos.
Así, desde Cesvimap recuerdan que el gestor del taller debe conocer los factores que inciden en el área de pintura, así como la influencia que ejerce la previa reparación de la chapa, los recursos disponibles en el área de pintura, los datos claves de esta actividad y cómo optimizar las fases más críticas de pintado, como el lijado y el aparejado. Invertir en las herramientas adecuadas y ajustar las cantidades de mezclas para que el sobrante sea mínimo son dos ejemplos de medidas que se pueden adoptar para multiplicar la rentabilidad de cada hora que se trabaja en el taller.
OJO A LOS INVISIBLES.
Aumentar la rentabilidad en el taller de carrocería no solo es cuestión de elegir bien productos como pinturas, barnices y masillas o agilizar los procesos. Cada detalle tiene su peso específico en la cuenta de resultados. Incluso los más pequeños.
Así lo pone de relieve Solera: no incluir pequeños materiales en el presupuesto puede provocar un agujero en las cuentas anuales del taller de unos 2.400 euros. Esta es la razón por la que cada vez más negocios especialistas en chapa y pintura reparan en elementos como las grapas, los insonorizantes, los remaches o la tornillería e incluso recurren a soluciones digitales que permiten contabilizar estas partidas. Tenerlas en cuenta es fundamental para conocer los costes reales de cada operación y, por tanto, para alcanzar la rentabilidad.
Algo similar ocurre con conceptos como la constante de pintura. Según Solera, los talleres pierden de media unos 60 euros por cada reparación por no aplicar correctamente este factor, hasta 100 si se trata de pinturas perladas. De hecho, no contemplarla en el presupuesto daña la eficiencia de los trabajos y, por tanto, la rentabilidad de la reparación.
La constante de pintura abarca todo lo que se utiliza para la preparación, como el tiempo que se emplea en dejar listo el color y el material para el muestreo. Es un factor que no varía con la superficie a reparar, por eso es necesario eliminarla si la reparación comprende varios partes en un mismo vehículo. Sin embargo, sí influye el material sobre el que se va a trabajar, en función de si se trata de plásticos o chapas. Por eso, si hay un parte con distintos materiales que influyen en la preparación, sí se debe aplicar.
EQUIPOS A PUNTO
Otro detalle que suele pasar desapercibido, pero que tiene un importante peso específico en la cuenta de resultados del taller, es la energía que consume. Reducir este apartado a la mínima expresión es una de las obsesiones más comunes entre los talleres, especialmente en estos tiempos.
Junto a las soluciones más obvias, como limitar en lo posible el uso de la cabina, existen otras que, además, ayudan a aumentar la productividad. Una de ellas consiste en renovar los equipos y sustituirlos por otros nuevos, así como apostar por materiales de última generación que reducen los tiempos de secado. Además de ganar eficiencia energética, los operarios del taller podrán realizar los trabajos de manera más rápida y con mayor calidad.
Un correcto mantenimiento periódico de los equipos de taller también evitará problemas que afectarán a la rentabilidad del negocio, como paradas imprevistas por una avería en la cabina de pintura. Asimismo, la empresa CSS recomienda realizar una limpieza profunda de forma semanal para asegurar la hermeticidad de la cabina. Así se mantendrá ajena a la temperatura ambiente y libre de impurezas que puedan provocar defectos durante el repintado del vehículo.
FLUJOS DE TRABAJO AL MILÍMETRO
Programar los trabajos que se van a realizar en el taller de manera adecuada es otra de las claves que impulsan el negocio hacia la ansiada rentabilidad. Una tarea a la que se entregan cada vez más reparadores.
Tal y como explica PPG, la optimización de los flujos de trabajo permite abarcar un mayor volumen de vehículos cada día. Además, su correcta organización garantiza la puntualidad a la hora de entregar el coche. Esto mejora considerablemente la experiencia del cliente y, por tanto, ayuda al taller ganarse su confianza para que regrese a sus instalaciones en el futuro.